Hace muchísimos años, cuando en Chile, aún existía en educación la llamada "preparatoria", yo era alumno de la Escuela 165, de Quilicura. Hoy es la Escuela 336.
En ese tiempo nuestra escuela de adobes se levantaba
en el centro de la calle José Francisco Vergara.
Por aquellos días, mi profesor me exigía que yo le
hiciera unos dibujos lo que significaba que debía quedarme luego de la jornada
trabajando en mis bosquejos. Era un niño, no recuerdo muy bien lo que por
entonces dibujaba, probablemente eran personajes de historietas y cómics que en
esos años eran la entretención de los niños y jóvenes.
Mi profesor lleno de orgullo luego montaba una
exposición y allí exponía mis trabajos. No era algo menor, era algo muy
atractivo porque por entonces no estábamos contaminados con los medios de
comunicación, lejos aún estaba la
TV , así que a los ojos de los otros niños y de sus padres,
estos simples dibujos eran
como mágicos.
como mágicos.
Años más tarde, seguramente a mediados de la década
del sesenta, se fundó acá en la comuna, la biblioteca municipal Pablo de Rocka, con seguridad la primera biblioteca.
Era una hermosa época llena de ilusiones ideales y la
búsqueda de la justicia social.
Tiempos en que el planeta despertaba..
Y precisamente al inaugurar esa biblioteca alguien me pidió que preparara unos
dibujos.
En eso estuve algunos días y logré conformar un pequeña muestra de trabajos hechos a lápiz y en tempera. Esto ya constituía una hazaña en virtud de la pobreza que me rodeaba.
En eso estuve algunos días y logré conformar un pequeña muestra de trabajos hechos a lápiz y en tempera. Esto ya constituía una hazaña en virtud de la pobreza que me rodeaba.
Allí estuvieron mis obras expuestas el día de la inauguración.
Es probable que nadie reparara en ellas, es probable
que pasaran inadvertidas para los invitados que había esa tarde, sin embargo
las paredes de la biblioteca no estuvieron vacías y todo ello incidía en la
cultura que florecería en nuestra comunidad años más tarde.
Y muchas experiencias similares a estas, se sucedieron
en mi historia.
Algunas relativas a la pintura, otras vinculadas a la
música. Muchas a la literatura y por supuesto al teatro.
Lo que trato de expresar es que de una manera u otra,
la vida me ha llevado siempre a la expresión, a comunicarme con el mundo a
través de la cultura y el arte.
Y es el vínculo casi infalible para que despierten las
conciencias, las almas y las mentes de quienes te rodean. Es la virtud que te da la vida y la
naturaleza para que puedas interpretar emociones.
La pintura como las otras artes, es la herramienta
eficaz para expresar vivencias, sentimientos, emociones, denuncias. Y la
postura frente a la vida, frente a la adversidad o frente al éxito.
No hago otra cosa diferente esta tarde.
Muestro y exhibo algunas de estas emociones
convertidas en pintura.
Quedan abiertas lo mismo que un libro para que cada
persona en particular se encuentre con sus propias armonías.
El que te agraden o no, no depende de mí. Depende de
tu emocionalidad, de lo que ocurre en tu ser interno.
Ojala que te re encuentres con alguna de ellas.
Agradezco muchísimo a Isabel y a Oscar, porque un poco
obstinado en mi egoísmo y en mis debilidades humanas me parecía muy inapropiado
levantar esta muestra en este lugar.
Ellos no usaron grandes argumentos, bastó la sencillez
de sus palabras y la sinceridad de sus gestos, para que yo accediera a
presentarme esta tarde en este lugar donde tantas veces fui el anfitrión.
Es sólo un detalle, pero los que me conocen lo pueden comprender.
Quiero decir que muchas veces mi arte habla mejor que
yo. A veces mi poesía habla mejor que yo.
Leeré uno de
mis escritos, un poema que refleja una rebeldía poética que es inherente
a los artistas.
Nadie puede hacer arte si no lleva dentro de si, una
dosis de inconformismo...
Espero que lo escuchen y que se reflejen con estas palabras.